En los países de América Latina, el acceso a recursos y oportunidades está atravesado por marcadas desigualdades: por un lado, una porción más o menos reducida de jóvenes alcanza niveles de vida similares al segmento juvenil de los países industrializados; y por otro lado, la situación de la mayoría se asemeja a la de los países más pobres ( (CEPAL, 2008) Así, los grupos juveniles con alto nivel económico y movilidad global tienden a parecerse más a grupos privilegiados de otras latitudes que a los jóvenes pobres de sus países (Krauskopf, 2008). De acuerdo con el Panorama Social de América Latina 2012 (CEPAL, 2012), la pobreza y la indigencia en la región continúan su tendencia descendente, situándose como una de las más bajas registradas en las últimas tres décadas, especialmente a partir del aumento de los ingresos en los hogares pobres si bien se constatan recuperación y crecimiento económico en la mayoría de los países de la región desde el año 2005, no ha resultado posib